El dolor musculoesquelético es el dolor, debido a varias causas, que afecta a los músculos, a las articulaciones y a los huesos.
Este dolor puede ser de tipo agudo (cuando dura menos de 12 semanas) o crónico (cuando dura más de 3-6 meses).
El dolor musculoesquelético crónico más frecuente es aquel asociado a la artrosis y afecta sobre todo a los pacientes ancianos, mientras que el agudo suele ser más frecuente en los adultos jóvenes y a menudo es postraumático.
El dolor puede interesar al hueso, al músculo, a los tendones y ligamentos o a las articulaciones.
Las causas más comunes del dolor musculoesquelético son las enfermedades osteoarticulares, las lesiones por trauma, las patologías musculotendinosas (como elongaciones, desgarros o roturas musculares, y las tendinitis, las roturas de los tendones u otros problemas) y las fracturas.
En los traumas, según el tipo de trauma, el dolor puede tener distintos grados de intensidad, mientras que las fracturas y los desgarros musculares o tendinosos son sumamente dolorosos.
El dolor, tanto en las enfermedades osteoarticulares degenerativas como en aquellas inflamatorias (autoinmunes) está siempre presente y, por lo general, no desaparece del todo, si bien la intensidad pueda variar.
Cuando el dolor musculoesquelético se vuelve crónico, pasa de ser un simple síntoma a una enfermedad.
Puede provocar cambios de humor o en el comportamiento, haciendo realmente difícil la vida de quien lo padece, puesto que limita, y en ocasiones de forma muy acentuada, todas las actividades: laborales, familiares, personales y sociales.
Por este motivo es importante tratar de forma adecuada no solo la enfermedad de fondo sino también el dolor mismo, para que quien lo padece pueda vivir una vida tranquila y activa.
Los factores que contribuyen en mayor medida al desarrollo de la artrosis son:
La obesidad contribuye de varias formas a la artrosis; cuanto mayor es el sobrepeso, mayor es el riesgo de desarrollar artrosis.
El riesgo afecta a la cadera, la rodilla e incluso las manos.
El sobrepeso contribuye ya sea porque aumenta el esfuerzo de las articulaciones (que deben soportar más peso) o, como han demostrado estudios recientes, porque el tejido adiposo produce sustancias que causan inflamación.
En la práctica, la obesidad causa una inflamación crónica de «intensidad leve» en el organismo entero, incluyendo las articulaciones.
El daño inflamatorio interesa a la parte interna de las articulaciones y los tejidos que las rodean, y facilita la aparición de las lesiones propias de la artrosis.
Los síntomas principales de la artrosis son:
La artrosis es una enfermedad degenerativa que se agrava progresivamente con el paso del tiempo.
El dolor y la dificultad para mover la articulación pueden entorpecer las actividades diarias a tal punto que algunas personas se ven imposibilitadas a realizar su trabajo.
En la artrosis de rodilla o de cadera, cuando el daño es grave y el dolor y la dificultad para caminar son importantes, el médico puede recomendar un implante de prótesis; es decir, una articulación artificial hecha de aleaciones metálicas y materiales plásticos.
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