El tejido adiposo se considera un órgano endocrino puesto que sus células, los adipocitos blancos, producen un cierto número de hormonas y de otras sustancias.
En concreto, aquellas que controlan el apetito y el peso corporal (leptina, adiponectina), el sistema inmune (interleucina 1 y 6, TNF-α), la función de los vasos sanguíneos y el desarrollo de la resistencia a la insulina (resistina).