Existen muchos tipos de trastornos del sueño; los más comunes son:
En la mayoría de los casos, el insomnio no se asocia a otras enfermedades, se denomina «insomnio primario» y es consecuencia, sobre todo, de la persistencia de situaciones personales, familiares y sociales que alteran el sueño.
En casos menos frecuentes, el insomnio acompaña enfermedades o problemas de salud precisos, circunstancia en la que se denomina «insomnio secundario».
Uno de los problemas más serios de no dormir suficientemente es que aumenta el riesgo de sufrir accidentes al conducir o trabajar, y de rendir menos en el trabajo o en la escuela.
Quien duerme a menudo menos de 7 horas cada noche se enferma más, necesita ir al médico con mayor frecuencia y tiende a sufrir más de obesidad y diabetes, hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares.
La carencia de sueño puede causar problemas mentales, hormonales y del sistema inmunitario.
Cuanto más se ven afectadas las actividades cotidianas, más grave es el insomnio y mayor es la urgencia de consultar a un médico al respecto.
En los niños, el insomnio es un trastorno muy frecuente.
El tipo más común es el insomnio conductual infantil; menos frecuente es aquel debido a otros trastornos o enfermedades.
En la segunda infancia es común el insomnio por causas psicológicas y por miedo a dormir.
En la mayor parte de los casos el insomnio desaparece con el tiempo, si bien en ocasiones pueda persistir y provocar varios problemas de salud.
Desafortunadamente, si el niño no duerme tampoco duermen bien los padres y los efectos de la falta de sueño se reflejan en la vida familiar y en la relación entre los padres mismos y el niño.
El sueño no es, como puede parecer, una condición pasiva y de inactividad absoluta.
En ciertos momentos del sueño, el cerebro trabaja intensamente y desempeña funciones muy importantes para el bienestar general del organismo; en otros, recupera energía junto con el cuerpo.
El sueño es necesario para estar bien, para afrontar los quehaceres del día siguiente y para memorizar mejor los conocimientos.
Para que el sueño pueda cumplir su función restauradora son importantes la duración y la estructura del mismo.
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