El pie diabético es una complicación crónica de la diabetes que puede ser muy invalidante. Afecta a pacientes con neuropatía y/o vasculopatía periférica diabética y por esta razón se puede considerar una de las complicaciones de la diabetes. La diabetes modifica la estructura de los vasos sanguíneos y de los nervios, y genera problemas en las extremidades inferiores, sobre todo en el pie.

Los factores que más influyen en el desarrollo del pie diabético son la pérdida de la sensibilidad cutánea protectora (no se perciben pequeñas lesiones y se descuidan), una circulación sanguínea cutánea deficiente, las alteraciones de la piel, como la xerosis, posibles traumas y la presión provocada por el uso de calzado no adecuado.

El daño empeora progresivamente hasta la formación de úlceras que, al agravarse, pueden llegar a requerir la amputación de la extremidad. Un reconocimiento temprano de las señales iniciales del problema puede evitar la formación de úlceras.

Los mecanismos que llevan al desarrollo del pie diabético son el aumento de la glucemia (a menudo durante años) con la consiguiente neuropatía diabética que, junto a la vasculopatía periférica (es decir, un daño de la circulación sanguínea debido a arteriosclerosis precoz), causan en un primer momento deshidratación y sequedad de la piel (xerosis) y pérdida de sensibilidad.

El daño continúa hasta la formación de grietas y las consiguientes infecciones, favorecidas también por el rascado, hasta el desarrollo de úlceras del pie, que pueden conllevar incluso la amputación de partes de éste.

n el paciente diabético no es fácil prevenir la aparición de la neuropatía periférica que causa la xerosis y otras alteraciones que, con el tiempo, pueden conducir al pie diabético.

Como es lógico, es muy importante el estilo de vida, la actividad física regular y, con la ayuda del médico controlar todos los factores que contribuyen a intensificar la enfermedad. Los diabéticos deben inspeccionar con frecuencia el estado de la piel, especialmente de los pies, e informar inmediatamente a su médico ante cualquier signo de inflamación o infección.

También es fundamental el cuidado diario de la piel del pie para favorecer la recuperación de la humedad perdida de la capa córnea y para aumentar la flexibilidad y la elasticidad de la piel. Para esto, se pueden utilizar productos que contengan sustancias lipófilas (aportan lípidos a la piel) e hidrófilas (la hidratan) que actúan de forma sinérgica.

La presencia de flavonoides (sustancias naturales con acción antioxidante y antiinflamatoria) puede favorecer una acción completa sobre las causas y los síntomas.

La xerosis en los ancianos es más frecuente debido a los cambios fisiológicos relacionados con la edad; un estudio ha demostrado que hasta el 80 % de los adultos mayores tiene este tipo de problema. En los adultos mayores las glándulas sebáceas y sudoríparas de la piel son menos activas que las de las personas jóvenes, y esto hace que esté menos hidratada y sea menos elástica.

Además, en los ancianos la capa córnea tiene menos lípidos (grasas), proteínas y aminoácidos, y esta es la razón por la que se reduce tanto su función barrera de la piel, para protegerla de factores externos, como su capacidad de retener la humedad. La xerosis aparece como consecuencia de la incapacidad de la capa más superficial de la piel de retener una cantidad adecuada de agua.

Los factores ambientales que reducen la humedad de la piel pueden aumentar aún más la xerosis en los adultos mayores, ya que en este caso la capa córnea tiene una menor capacidad para retener la humedad natural.

Los pacientes con diabetes a menudo sufren de neuropatía periférica, una enfermedad de los nervios periféricos (es decir, fuera del cerebro) que aumenta el riesgo de xerosis y que, si no se trata, puede conducir al pie diabético.

La piel seca también es común en pacientes con hipotiroidismo, trastornos neurológicos que reducen la sudoración, VIH, y tumores malignos. La piel seca también es una de las manifestaciones extraglandulares del síndrome de Sjögren (una enfermedad crónica autoinmune).

Los pacientes con dermatitis atópica (alérgica) muchas veces presentan una xerosis intensa. Algunos medicamentos también aumentan el riesgo de xerosis, como los diuréticos, los hipolipemiantes (ej. estatinas), los antiandrógenos (ej. finasterida) y la cimetidina.